Quién sabe en qué manos, con qué labios, la fractura hará ceder al cristal y se astillarán las manos y la boca, y el cristal y el líquido de mi alma será un derrame de sentimientos mezclados con coraza?
Me siento frágil. No, débil no. Porque la fragilidad me alimenta y eso me energiza. Pero, sí, fragilísima. Tus respiraciones que entran y salen y nunca se acercan lo suficiente como para que yo entienda verdaderamente a qué sabe tu aliento me agrietan aún más. Entonces, lloro.
En la ducha, sacándome del cuerpo los restos del cuerpo de otro -que no sos vos- o mientras vuelvo del trabajo. O, a veces, cuando leo poesía y eso se une como imantado a la imagen de tu cara. Asociaciones directas y, yo, lloro.
En la ducha, sacándome del cuerpo los restos del cuerpo de otro -que no sos vos- o mientras vuelvo del trabajo. O, a veces, cuando leo poesía y eso se une como imantado a la imagen de tu cara. Asociaciones directas y, yo, lloro.
Así es la grieta, esa evidencia concreta de lo que ya no depende de nadie; aunque no uses más la copa -mi corazón-, un día y sin motivo aparente de todas formas estallará.